Cuando despedacen sus cuerpos con
Titadine y Goma2, cuando obreros imbéciles y desmemoriados den al botón que
haga saltar por los aires sus fechorías y latrocinios; cuando de la sede
central bancaria tan solo queden las jácenas heridas y el ruido magullado de
cristales rotos, entonces querremos buscar causas y culpables.
Son unos hijosdeputa, unos
grandísimos hijosdeputa, pero son listos y poderosos, trileros y farsantes.
Cuando los chavistas que han incendiado a las masas se den cuenta de su propia
incompetencia, inferioridad e impotencia para vencer al enemigo, cuando reparen
en lo ridiculo de luchar contra ellos con hoces y martillos recurrirán a la
gasolina y al cocotel molotov.
Luego los señores de la guerra
les venderán residuos de lágrimas y amonal para que jueguen a revolucionarios
contra la injusticia y la impotencia como sucedáneos de un Che guevara venido a menos. Y
al final, casi al final, pedirán al pueblo incendiado para que inmolen a sus
hijos bajo la promesa de un cielo futuro, gris e imposible. Renacerán Casados,
Miajas y Bestieros que tendrán que humillar banderas ante los mismos de siempre.
Los del medio seremos masa insignificante, los de abajo nada. Y aquellos que
promovieron la sangre, la doctrina de Chomsky y Leclau, escribirán poemas desde
la playa turquesa del exilio
reivindicando cuarenta años de dignidad.
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