¿Cómo quieres ser mi amiga, si por tí daria la vida? ya supe por aquel entonces que serías mi niña mala, mi huachafa, la mujer que habitaría todos mis sueños prohibidos en cada tiempo, en cada lugar. Aquel beso adolescente que se arrebujó en mis recuerdos como los atardeceres rojos del poeta, aquel beso disfrazado de verso tras las barcas.
¿Cómo quieres ser mi amiga si por tí daría la vida? Te busque y me buscaste, nos encontramos pero, al contrario que Rayuela, andábamos para perdernos creyendo que andábamos para encontrarnos. Quisimos evitar que sucediera en el momento inoportuno sin darnos cuenta de que nos hacíamos demasiado viejos para hacernos posibles.
Nuestras vidas se han convertido en postales de tardes evitadas, esquivando lo inevitable, en desencuentros que hemos provocado más largos cuanto más cerca nos necesitábamos. ¿Cómo quieres ser mi amiga si por tí daria la vida? Cartas pretéritas plegadas con rabia, llenas de lágrimas intraducibles para los demás que siempre nos han preguntado por qué nos queríamos imposibles sintiéndonos tan cerca.
¿Cómo quieres ser mi amiga si por tí daría la vida? Nuestras conversaciones de la mano se alargaban hasta la madrugada soñando tiempos y espacios distintos en los que habitábamos para siempre juntos. Tu me contabas tus deseos más intimos sin disimular que eran conmigo y yo te relataba con todo detalle como me diluía en cuerpos ajenos pensando que eran el tuyo.
Recuerdo aquellos dias en los que se hablaba por teléfono como nos retábamos a excitarnos sin tocarnos, el uno con el otro, el uno sin el otro, y yo siempre perdía cayendo en el orgasmo de tu voz, mientras tú te reías victoriosa. "Con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano".
Tuvimos por medio parejas a las que amámos, decepciones y noches oscuras llenas de brumas y telarañas. Pasaron muchos veranos sin vernos "de haberlo sabido no hubiera dado todo en un principio", pero cómo evitarte, me dijiste, si siempre estas en lo más húmedo, en la última sensibilidad de mis dedos.
"Peor que el olvido fue frenar las ganas de verte otra vez, peor que el olvido fue volverte a ver" y cuando volvimos a vernos ya contando más historias que propositos, más fracasos que esperanzas, nos dimos cuenta de que a veces "no hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás sucedió".
Mañana hemos quedado tiempo después... como amigos ¿Cómo quieres ser mi amiga si por tí hubiera dado la vida?