domingo, 31 de julio de 2016

Unas caderas para naufragar

Esas caderas eran un arcón de sueños de viandantes perdidos, de adolescentes en primera paja, de casados en primer adulterio, de ursulinas tras el primer rezo y cincuentonas tras su primera sombra sin Gray.
Invitaban al abrazo por detras, al beso en el cuello, a perfilarlas con el vertigo de un viaje sin biodramina, a la locura de una noche sin carnet ni identidad, a la soledad de un whatsapp sin grupo que te amigue, a una masturbación a deshora pensando en ellas.
Al sentarse se ampliaban como las tertulias entre amigos bañadas en bourbon y viejos recuerdos. Al moverse se llenaban creando oleajes de miradas y deseos y al irse marcaban a lo lejos la linea del horizonte.Así era ella: unas caderas donde naufragar al menor descuido.

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