domingo, 30 de diciembre de 2018

Juegos de amor en la edad tardía.


Un domigo cualquiera de otoño, el vermú que se alarga, el alcohol de mas, la tarde de añoranzas en una guisqueria de barrio y al final tan solos tu y yo, como antes,como siempre, sin más.

Me cuentas cosas de nuestros hijos mientras yo te relato mi desesperanza que me corroe como a los ratones el tiempo. Tu viajas a nuestros primeros descubrimientos de sexo compartido. Yo arrebujo tu cuerpo contra el mio, inhospito e inseguro. Te sugiero entre susurros recuerdos de mi inicio torpe de entonces. Nos reimos recordando nuestras manos de trapo, nuestros manoseos de coche, nuestros orgasmos sin aprender.

A veces, pocas veces como hoy, el sexo recordado da argumento a nuestros besos sedientos de ahora.  Viajamos a lo humedo, como reconociendo de nuevo nuestras manos, vestimos nuestros deseos compartidos con excursiones secretas a lo más profundo del otro y poniendo parentesis a tantos días de rutina derrotados en común, nos amamos hasta desbordarnos en esta tarde tranquila y añil.

sábado, 13 de octubre de 2018

me asombro cada mañana



Me asombro cada mañana. Reivindico aquel ser humano que fui. Me siento yermo. No podría decir que es un derrumbe, ni siquiera un venirse al suelo, quizás tan solo un cambiar de ritmo, mover el foco, salir de escena. El final de un cuarentismo romo. Saberse erosionado por la lija cotidiana que te gasta. Ya no sueño con frases encuadernadas, ya no me recreo en los caminos del Retiro vendiendo versos a un euro a parejas enamoradas; ya no quiero, por nunca, recitar lecciones de judicaturas en las salas excelsas del supremo.
Me siento un personaje de clase media, un provinciano sin pretensiones, un chupatintas en la corte de un rey corrupto entre medio de una cooperativa de farsantes y una cuadrilla de bufones enchufados como consejo de familia. Detesto y convivo con una piara de aduladores, con un sortilegio de sonrisas sin nada dentro. 
En mi casa se va el calor por las rendrijas. Llueve, arrecia afuera y dentro se respira la tibieza cotidiana en contrapunto con un atosigante relente de frio y escarcha. No sé como explicarte que te quiero, que mi desazón no se cura con besos ni con carantoñas sino con las palabras envolventes y la tibieza de escuchar amanecer juntos.
No comprendo lo que pasa, lo reconozco. No entiendo un mundo en conflicto. Solo sueño con un pueblo de lectores tranquilos en terrazas con cerveza en mañanas de domingo. Veo a demasiada gente aflojando mucho, a un paso de rendirse, renunciando a esa pelea que lleva a definirse. Demasiado eco escuchándose a sí mismo, demasiada carencia de compañía.
No me echeís en cuenta, no subrayeis mi desidia, no ratifiqueis mi congoja. Tan solo escuchadme, comentad si quereis, reid mis gracias. No penseis que lanzo por la ventana los pecios de mi naufragio de invierno, tan solo confiad, como yo, que en mi vida cuanto más me han herido más fuerte he salido. No reblaremos, tenemos aún la fuerza suciente para luchar por los sueños.

martes, 11 de septiembre de 2018

Somnoliento y caduco



No encuentro tardes para escribir. Desde hace un tiempo, los versos se agotan en un cansancio somnoliento y caduco que adormece las ideas como si fuera otoño. No puedo sentarme y dejarme ir aguas abajo flotando sobre el tiempo como un velero, que recitaba el poeta y cantaba Camarón. 
Lucho esquivando remolinos dirigiendo nabatas rio abajo cuando acaba de deshelar. No adelanto, más bien nado a contracorriente como remontan los salmones los rios atlánticos para desovar y morir en la cumbre.
Es un tiempo, este, que atraviesa la edad media oscura e informe.Vivo buscando con ansia un Bascombe para que nos venda una casa definitiva a la orilla del mar. Vivo reencontrandome a tipos como aquel que se me parecía y que a veces llamaba yo. Nunca he comprendido a esa gente que prefiere jugar de negras y sin embargo ahora me siento como ellos y es que quizá sea ese momento de la partida en que estás más pendiente de no cagarla que de buscar el ataque final. 
Solitario, viejo y triste como la nieve en abril que cantaba el abuelo en las tardadas prontas de invierno.Y es que en mis últimos ripios veo las estaciones escapar una tras otra sin solución de continuidad como un rosario de cuentas gastadas manoseado por viejas ateas en una salmodia sin final.
No es tristeza es cansancio como subir de la playa en los dias de sol.


martes, 4 de septiembre de 2018

Convivir con un problema


Hemos aprendido a ganar, hemos aprendido a perder, pero no sabemos convivir y seguir adelante con un problema que se convierta en crónico e irresoluble. Son situaciones que se dan en el trabajo, en la vida de pareja o en la política. Hay problemas cuyo fin no es la solución, ni siquiera el consenso intermedio que se representa imposible, sino seguir adelante llevando el conflicto consigo.
Soportar a un compañero enchufado que te cae mal, a un jefe que te hace la vida imposible pero del que al mismo tiempo dependes porque es quien está salvando la empresa. Un trabajador al que aun queriendo no le puedes echar y que sin embargo de vez en cuando te saca las castañas del fuego. No siempre estirpar es mejor que sobrevivir con el quiste que te afea.
Decia Azaña, personaje al que tengo en poca estima, que el problema nacionalista en España no se solucionará nunca sino que debemos aprender a convivir con él. A veces la decisión justa no es dar la razón al uno o al otro, sino seguir adelante soportando el conflicto y esforzandose para que no estalle. Esto que en principio aparenta contraproducente, llevado con sabiduría puede no solo no ser pernicioso sino tornarse muy favorable.Hay cosas que llevan el cartel de "No golpear, fragil"; y otros que llevan el de "agitese antes de usarlo" o "mantengase tensionado para su uso".

lunes, 18 de junio de 2018

Un folio son 3000 caracteres sin espacios



Calculando que un folio de escritura a 12 son 3750 caracteres con espacios y 3000 arriba abajo sin ellos, eso significa que más o menos el 20% de lo que escribo es vacío, o sea nada. Calculando que de todo el rato a tu lado ha sido silencio una buena parte, deduzco que nuestro amor es el espacio que pasamos sin decirnos te quiero. Calculando los intermedios de nuestra película, el preludio sin besos ni jadeos cuando nos provocamos, quizá quiere decir que el momento en el que más me excitas es cuando pausas tus palabras y tiñes de ausencia tu mirada.
Cuando vagaba por los dieciocho me hacía preguntas de lo más absurdas que me llevaban a la angustia y la agorafobia. Recuerdo aquella que valoraba el espacio que quedaba tras el cielo, la redondez plana de la línea del horizonte, el mundo sin dios. En qué momento dejaba de ser yo para ser suelo cuando pisaba, en que momento la caricia invadía tu cuerpo y en que momento mis manos quedaban a las puertas de tu abismo.
Hablaba el otro día en uno de los blogs heteronimos, que la poesía moderna no es sino prosa con pausas, narraciones con salto de carro y silencios entre aforismos sugerentes. A veces de madrugada caigo en el vacío y lo que pienso se acumula en 1000 carateres apelmazados sin espacios. Quizás sea esa falta de espacio, lo que me genera la falta de aliento.

domingo, 22 de abril de 2018

Guerra Civil y banderas rotas.



Mi abuelo nunca me contó historias de la guerra, evitaba hablar de rencores fraticidas, expropiaciones de sueños, venganzas sostenidas en el tiempo. Mi abuelo nunca me habló de bandos, él que estuvo en el de Durruti y Ascaso de quienes hablaba pestes, por cierto. “Todos sabíamos que los fascistas eran lo peor, lo que más nos dolió fue descubrir que los nuestros no eran mejores”.
Mi abuelo nunca me contó historias de la guerra, me habló mucho sin embargo de la retaguardia y la posguerra. Me habló del hambre, de la cárcel, de juventudes robadas por fusiles y banderas  (“Quién nos resarcirá de nuestra adolescencia destruida” gritaba el poeta) de hospitales de muerte; de tísicos y amputados; de madres llorando a las puertas de morgues improvisadas.
A menudo me detengo a pensar cuántas mentiras tendrán que soportar los nietos sin abuelos bajo la excusa de cuarenta años de silencio. Me pregunto, si esta relectura maniquea de hoy durará otros cuarenta que sumen ochenta de oscuridad. La historia de España como arma que se tira a la cara del enemigo, decía el profesor Ramírez.
La narración torticera que pretende unir a los hijosdeputa de ahora con los hijosdeputa de entonces; como si entre ellos tuviera que existir necesariamente una relación de causalidad. Estoy arto de que no se pueda criticar a los extremos sin que te acusen de equidistancia.
Mi abuelo nunca me contó historias de la guerra, quizá porque tenía guardadas en un altillo cerrado con siete llaves todas sus banderas rotas. Quizá porque tiró al rio las llaves no fuera que a algún nieto le diera por enarbolarlas para defender con las ilusiones fallidas de entonces las injusticias de ahora.

jueves, 15 de febrero de 2018

Vine cerrando el blog y me voy renovándolo

Leo y me gusta, modestia aparte, lo que tengo escrito en este blog. Más largo que un poema, más corto que un dislate en el chicodelaconsuelo. Ocupa el papel preciso de esos dias en los que tienes vocación de escribir más rato sin irte muy lejos. 
Estoy leyendo a Murakami cuando habla de escribir y tiene la virtud, hasta lo leido, de bajar al escritor al suelo. Y es que quizás la gente que juntamos letras aspiramos a demasiado y nos damos demasiada importancia. Lo que viene siendo ser un intenso.
Escribir es un divertimento. Me desdigo aquí y ahora de las veces que he pintado el escribir como un ansiolítico barato. Lo que cura del escribir es desviar la atención de uno mismo, desfocalizar el ombligo como actor único de nuestros trasiegos mentales, entretener los pensamientos cuando entran en bucle pernicioso. O sea divertirse.
No se escribe para poder recordar sino para poder olvidar y pasar a otra cosa, lo que está en la libreta ya no tiene porque mantenerse en el magin que se arrebuja abrazando fijaciones.
Y resulta que he regresado aqui con la intención de importar lo que me gustara de este rincón y darle cierre y me voy 25 lineas y mil caracteres después escribiendo un post nuevo e indultandolo otro rato más, otros meses más.Dando voz al hermano gafotas que todos llevamos dentro.