sábado, 18 de febrero de 2017

Mis criticas injustas a Bolaño.

Quizá no tenga la culpa el escritor de las gafas de pasta. El que dedicó su tiempo y sus humos en contar historias de poetas viejos. Quizás no tenga la culpa de abrir argumentos que nunca cierre, entretejer historias cansinas pero con honradez y sin vergüenza. La culpa la tienen los semanales buscando mitos, digo construyendolos y casi insultando al que difiere.
Quizás es que veo lo intenso como darse demasiada importantcia, la enfermedad de la intensidad que todo lo envuelve, incluso a mi mismo, haciendo cada cosa trascendente, el metapensamiento como un soniquete que desvela las mañanas y entumece los sueños. Morir de literatura como el mal de Montano. El lector que roba la obra al poeta para rehacerla suya, sacar cuentos que el escritor no pensó, constituir grupos de debate a modo de club onanista y al final solo conseguir deshacer las ideas de tanto pensarlas. Pensarse, darse importancia, demasiada importancia.
Porque quizá lo que de verdad me joda es que no me gusten, porque me gustaría. Pero contra eso hay poco que hacer. Porque de lo que diatribo es precisamentede de lo que escribo o me gustaría escribir.Ami también me gustaría vivir del cuento, cuando no de la poesía. Quizás es que deba hacerme viejo o sabio o las dos cosas a la vez para leer lo que aplacé. Para reecontrarme desde una vida jubilada y quizá sin prisa, con deudas literarias y afrentas injustas que hice en juventud.
Quizá sea que ahora habito en el momento en el que ya se me olvidan la mitad de las cosas que he vivido y he pasado al pais de lo imposible la mitad de los sueños que pensaba conseguir. 

Al hilo de los comentarios de Di y NaN en este post