martes, 25 de abril de 2017

Quien me ha robado el mes de abril.

Así se acabo el mes de abril de aquel diecisiete. Llovieron sobre el empedrado rafagas de luna. Se hizo oscuro, se apoderó de su mirada un dolor ajeno que le taladró la mente de lado a lado y cerró los ojos con el olor intenso a rueda quemada. Se supo flácido, desinchado, sin palabras. Se supo niebla, casi asfalto y regreso sobre su cabeza aquel manto oscuro que cubria el cielo y dejaba el paisaje sin aire,como envasado al vacío. Pensaba y se emborronaba. Colgaban sobre su espalda afiches clavados con alfileres y carteles de "Se busca". Pero no lo encontraron. Huia. Se abrieron sobre su mente imagenes de sexo hueco, con caras desencajadas y miembros desordenados que a veces penetraban con dolor y otras desaguaban flácidos  sobre cuerpos obesos.  Se emborracho de poemas de Andreu. Vomitó. Soñó hacerse iguana en el vacio de una carretera comarcal desierta. Solo se oia el cartel del motel con el neón en su último estertor y una risa lejana de una mujer sin dientes.

Al fin llamaron a la puerta. Miró por la grieta, venían a a buscarle varios hombres armados, sí a él, acreedores vengativos, sicarios malpagados o quizá fueran tan solo policias justicieros que pedirían mordidas por no llevarlo a la trena. Abrió de golpe. Se lanzó gritando sobre ellos en el deseo indisimulado de que le acribillaran a tiros para no sufrir más.
No lo hicieron.

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